Comunidades colaborativas, comunidades sostenibles

Los bosques son mucho más que un conjunto de árboles, son sistemas complejos conectados entre sí que comparten información y colaboran los unos con los otros. Gracias a esta conversación fluida los bosques se convierten en un organismo sostenible que se nutre y fortalece conservando así su unidad a lo largo del tiempo.

 

Esta brillante manera de organizarse en los bosques para conseguir una comunidad próspera de árboles fuertes y saludables tiene bastante en común con la nuestra. El ser humano vive en comunidad desde hace decenas de miles de años y somos capaces de colaborar en grupo de forma flexible. Sin embargo, nuestra manera de cooperar se diferencia del resto de los seres vivos del planeta en un aspecto de gran importancia, la imaginación. Nuestra capacidad de crear e inventar historias nos une con nuestros semejantes aunque no los conozcamos personalmente, y es precisamente esta ficción compartida la que nos hace cooperar entre nosotros.

 

Los humanos somos los únicos seres del planeta que vivimos en una realidad dual. Por una parte tenemos la realidad objetiva, la que verdaderamente se muestra ante nuestros ojos. La vemos en las montañas, en los ríos y océanos, y en las distintas especies de animales con las que convivimos. Por otra, está la realidad subjetiva, la inventada por nosotros. Una serie de normas y creencias comunes en torno a las cuales nos organizamos como sociedad y de las que depende nuestra realidad objetiva, es decir, nuestro entorno.

 

Por lo tanto, delante de la situación de crisis climática en la que nos encontramos es de vital importancia revisar nuestras realidades inventadas y empezar a imaginar otras nuevas en las que poder creer que otra manera de vivir de forma sostenible es posible.

 

Afortunadamente están surgiendo nuevas historias gracias a la colaboración entre personas. Un buen ejemplo de ello son los supermercados cooperativos. Som Alimentació en València, La Osa en Madrid y Food Coop en Barcelona nos demuestran que otra manera de consumir y alimentarse puede ser una realidad si nos unimos para llevarla a cabo. ¡La Colmena que dice Sí! es otra interesante iniciativa de carácter colaborativo que conecta consumidores con productores locales.

 

Otras formas de convivir mucho más participativas también están surgiendo de la mano de proyectos de vivienda alternativos que ponen en práctica el cohousing o co-vivienda. La Cooperativa La Borda ubicada en Barcelona es un buen ejemplo de vivienda colaborativa, y pone de manifiesto que la vida en comunidad está llena de ventajas. La cooperativa dispone de varios espacios y servicios comunes para optimizar los recursos y fomentar la relación entre las personas que la habitan.

 

En el campo de la energía proliferan también otras maneras de consumir electricidad en casa a través de las cooperativas energéticas. Esta modalidad más colaborativa se está expandiendo por todo el territorio debido a la creciente necesidad de obtener una energía más respetuosa con el medio ambiente y al interés por participar de una forma más activa en la gestión de la misma. Som Energia y GoiEiner son dos cooperativas que ya cuentan con un gran número de personas asociadas.

 

Y esto quiero creer que es solo un pequeña muestra de lo que está por llegar. Y si todavía no estáis demasiado convencidos de la fuerza de transformación que puede tener un grupo de personas cooperando echadle un vistazo al maravilloso documental Demain, en el que varios proyectos pioneros en el campo de la agricultura, la energía, la economía, la democracia y la educación nos enseñan cómo podría reinventarse nuestro mundo, el mundo de mañana.

 

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