Medir el bienestar

De todos los países del mundo, ¿en cuál se vive mejor? En otras palabras, ¿cuál es el mejor país del mundo para vivir?

 

A esta pregunta se puede responder con otra: ¿qué significa “vivir mejor”? Es cierto que cada persona definirá ese “vivir mejor” de una manera diferente. Pero también lo es que hay una serie de necesidades básicas, representadas en la llamada pirámide de Maslow, sin las cuales la búsqueda de la felicidad se complica mucho.

 

Si llevamos esta cuestión al ámbito geográfico, tradicionalmente se ha pretendido medir el bienestar a través de la renta per cápita (renta nacional dividida por el número de habitantes de un país). En este caso, el mapa del bienestar mundial es más o menos este.

 

Por supuesto, tomar como referencia este dato presenta serios inconvenientes. El primero, que la distribución de la riqueza en el interior de cada país puede presentar enormes diferencias entre los grupos sociales. Es lo que se llama coeficiente de Gini, según el cual España es uno de los países más desiguales de Europa occidental (se puede comprobar aquí).

 

El segundo inconveniente es que el dinero por sí solo no se traduce en bienestar. Por ejemplo, no siempre hay una correlación evidente entre la renta per cápita de un país y su esperanza de vida (ejemplo del nivel de salud y, por tanto, del bienestar de una población). Países con una riqueza por habitante similar pueden presentar grandes diferencias en cuanto a la esperanza de vida, como se puede observar en este gráfico.

 

¿Cómo resolver estas disparidades? El Índice de Desarrollo Humano, que la ONU calcula desde 1990, añade a la renta per cápita dos nuevos indicadores: la esperanza de vida y los años de escolarización. Es decir, se supera la visión de la riqueza como único sustento del bienestar, y se pretende medir cómo ese mayor poder adquisitivo se traduce en una vida más digna para la población.

 

Se puede ir más allá. Michael Green forma parte del equipo que calcula el Social Progress Index. Esta clasificación ignora por completo el elemento económico y se centra en los factores sociales y medioambientales. Según esta clasificación, España ocupa el 29º lugar en cuanto a renta per cápita, pero el 19º en cuanto a progreso social.

 

Llevando esta reflexión de lo colectivo a lo individual, también se ha producido una redefinición de lo que nos hace felices. Ya no se trata solo de satisfacer nuestras necesidades básicas, sino de decidir qué es más importante para nosotros. Si medimos nuestra riqueza únicamente por el dinero que ganamos, podemos estar renunciando a pasar más tiempo de calidad con nuestras familias y con nosotros mismos, a disfrutar de un medio ambiente más saludable, a contribuir al bien común de nuestras comunidades.

 

Lo que vale para los demás no tiene por qué ser tu mejor opción. Cuando llegue el momento de tomar una decisión importante, no olvides preguntarte qué te hará más feliz a ti.

 

Texto en colaboración con Manuel Pérez. Profesor de Geografía e Historia.

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